El documental, dirigido por el quebequense Julien Elie, con la participación cinematográfica del uruguayo -radicado en México- Ernesto Pardo, muestra la lucha de activistas ambientales por defender y preservar sus tierras, así como las consecuencias de ello, que se traducen en represalias que pueden llevar a la muerte, tal y como lo revela el reciente reporte de la ONG Global Witness.
En 2023, la organización internacional Global Witness documentó 196 asesinatos de personas defensoras de tierras y del medioambiente en todo el mundo. En su reporte, titulado “Voces silenciadas” (nueva ventana), esta ONG advierte que esos activistas “se enfrentaron a brutales tácticas de silenciamiento, con un año récord de asesinatos en Colombia y casos de criminalización en todo el mundo”.
América Latina acumula la mayor cantidad de víctimas, de acuerdo con el informe publicado el 10 de septiembre: en la región se registró el 85% de los asesinatos de defensores del medioambiente. Colombia, Brasil, México y Honduras son los cuatro países en los que fueron abatidos más activistas medioambientales y defensores de las tierras.
La ONG internacional advirtió ya desde 2012, cuando comenzó a publicar el reporte, que el asesinato de activistas en Latinoamérica ocurre de forma sistemática.
En el caso de México en particular, país en el que 18 activistas fueron asesinados el año pasado, la ONG destaca que más del 40% de los crímenes están vinculados a las operaciones mineras a las que se oponían los difuntos defensores de tierra.
Pero, como se muestra en este informe, las agresiones con consecuencias mortales suelen producirse paralelamente a otras represalias generalizadas contra el activismo ambiental: actos de violencia, intimidación, campañas de desprestigio y criminalización organizados por Gobiernos, empresas y otros agentes no estatales. Esta circunstancia se da en todas las regiones del mundo y en casi todos los sectores
Las voces de la lucha
El documental “La Guardia Blanca”, del director quebequense Julien Elie, fue estrenado en abril de este año. Estuvo seleccionado en festivales como el Hamburgo Film Festival y DocLisboa. Ernesto Pardo, uruguayo radicado en México, estuvo a cargo de la cinematografía.
La Garde Blanche, en francés, presenta no sólo la lucha de las y los activistas ambientales en comunidades aisladas de México, sino que también muestra la formación de grupos criminales (precisamente llamados “guardias blancas”) que son financiados por grandes empresas para reprimir e impedir las protestas en defensa de las tierras y de los recursos.
Julien Elie y su equipo documentaron la vida de personas como Roberto de la Rosa, un activista de 72 años que ha dedicado parte de su vida en la defensa de sus tierras, en específico contra la mina de Salaverna, en Mazapil, en el estado de Zacatecas; así como la del líder indígena rarámuri Julián Carrillo, quien fue asesinado en octubre de 2018, tras haber sido víctima de amenazas por sus actividades de defensa de los territorios ancestrales de su comunidad en la Sierra Tarahumara.
En entrevista con RCI, Elie comentó que fue la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, el detonante que lo llevó a explorar el tema de los activistas medioambientales en áreas aisladas de México.
“La Guardia Blanca” es el segundo documental que realiza el director quebequense en ese país. Previamente había realizado la película “Soles negros”, que trató el tema de los feminicidios.
“Un día, investigando con mi compañero Ernesto [Pardo], estuvimos grabando con un periodista sobre el tema de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Estuvimos en Guerrero, en una zona abandonada. No había nadie, muchos escaparon por temor, por la violencia. Pero al final de una ruta se observa una enorme minera canadiense, es un hoyo en la montaña. Nos preguntamos ¿cómo es que esas empresas funcionan así, normal?”, explicó Elie en la entrevista.
Son cosas que se saben, no es nada nuevo, pero sorprende verlo. Es como pisar una tierra de muertos, donde se siente la violencia, pero también encontramos que el negocio sigue. Fue así como empezamos a investigar sobre el tema de las empresas canadienses, pero no sólo canadienses. No me importa de dónde vienen, sino [investigar] este sistema que despoja a los habitantes de su tierra y que ocupa el territorio. Son mecanismos que siguen desde hace más de 500 años.
Para realizar el documental, Elie pasó dos años buscando historias por México. “Elegimos unos casos y decidimos no sólo tratar la explotación por las mineras, sino del territorio. Son empresas que roban los bosques, el agua, el gas. La idea era buscar diferentes historias que nos dieran ese retrato”, agregó.
Son tres casos que expone Julien Elie en su documental. “Seguimos a una familia desplazada en Chihuahua, a un pueblo que sufre amenazas y violencia tremenda en el estado Oaxaca, que está luchando por proteger su río, y la historia de Don Roberto [de la Rosa], este señor que está viviendo entre dos mineras y que está luchando porque están destruyendo todo su territorio”.
El rol de la cinematografía
Ernesto Pardo dijo a RCI que los lugares en los que filmaron el documental son hermosos, un elemento que es destacado en “La Guardia Blanca” y que evidencia una incongruencia cuando se analiza la escena de las crudas historias que allí se registran.
“Estuvimos en el Río Verde y en Zacatecas. Son lugares muy hermosos que han sido tomados o que están en proceso de ser tomados por grandes industrias. La idea de la fotografía era enseñar estos grandes espacios y mostrar a estos habitantes, la gente que resiste y que incluso, logra, en algunos casos detener los procesos”, comentó.
Para ello, dijo Pardo, tomando referencias del cine -incluyendo el western- el equipo pudo mostrar en este documental, cómo los protagonistas “se enfrentan a un mal que a veces no se ve, pero que está presente”.
En este caso, la idea de la fotografía era mostrar esos lugares, desde un sitio bello, aunque lo que esté ocurriendo es muy doloroso. Creo que esa contradicción entre una imagen bella y lo doloroso de lo que se cuenta, produce en el espectador algo que es como incongruente, pero que al mismo tiempo da apoyo a la lucha de estos personajes, por mantener vivos sus espacios.
Julien Elie agregó que su visión canadiense en el documental busca mostrar la violencia como una especie de monstruo cuyo rostro no se ve. “México es un país hermoso, pero detrás de esos paisajes hay esas amenazas y esas formas de violencia tremenda”, reiteró el cineasta.
Esperanza, pero a través de los ojos de los activistas
Julien Elie se debate cuando se le preguntó si observa esperanza de un cambio ante las situaciones que viven los defensores de tierra y del medioambiente. “Soy cineasta, intento compartir algo que vi”, aseguró.
Sin embargo, indicó que sí ve esperanza, pero a través de los ojos de la gente que lucha por sus tierras, por sus recursos. “De las mujeres, de los hombres que son muy valientes, como héroes, que toman riesgos para defender, no solamente su tierra, sino algo más general”.
Es el caso de Don Roberto, que es el protagonista principal del documental, él habla de su tierra, pero también está luchando por los derechos de las mujeres y de los jóvenes. Es una lucha más grande, que no sólo se reduce a México. Podría hacer esta película, lamentablemente, en Colombia, en Filipinas, en Brasil o en no sé cuántos otros países.
Elie retomó la idea de la esperanza para recalcar que duda, considerando el hecho de que son prácticas de explotación, despojo y violencia que perviven desde hace más de 500 años. “Prefiero dar la voz a la gente, es la esperanza de la gente. Todos esperamos que las cosas cambien, pero no soy periodista, no soy sociólogo, no soy especialista en estos temas. Soy cineasta”.
Ernesto Pardo, por su parte, dijo que recorrer estas zonas, conocer a estos activistas, le permitió entender su lucha y también sus miedos.
Entendí también que la posibilidad de luchar junto a alguien más es esperanzadora para detener, para motivar, para hacer más lenta la toma de las tierras.
Indígenas, los más afectados
En 2023, más del 70% de los asesinatos registrados vinculados a la defensa de las tierras fueron indígenas, de acuerdo con el reporte de Global Witness, en el que se destaca que hubo una concentración de ataques en Jalisco, Colima y Michoacán.
“La mayoría de las víctimas luchaban contra las explotaciones mineras de la región. De los tres estados, Michoacán fue el más peligroso, con ocho asesinatos documentados en 2023”, se lee en el informe.
A diferencia de lo que ocurre en Colombia, en México sí pudimos relacionar más del 40 % de los asesinatos ocurridos en 2023 con las operaciones mineras a las que se oponían las personas activistas. El sector de la minería sigue siendo esencial para el país, ya que contribuye significativamente a su situación económica.
Además de los asesinatos, destaca Global Witness, en México también se han producido un “número considerable de desapariciones forzadas, una forma de violencia especialmente cruel que es típica, aunque no exclusiva, de este país”.
Con información recabada por Paloma Martínez