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Sean Combs, en prisión preventiva en Nueva York, se enfrenta a una macrodemanda. Entre las presuntas víctimas hay un niño de 9 años y otro de 15.
Si el ámbito del cine tiene a Harvey Weinstein y el de los negocios a Jeffrey Epstein y Mohamed Al-Fayed, el de la música muestra la cara oscura de Sean Diddy Combs (54). En otra vida, el rapero y magnate de la industria musical hacía y deshacía a su antojo, pero desde que fuera detenido por agentes federales el pasado 16 de septiembre, son sus acciones las que están destruyendo a la dualidad persona-personaje.
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En la actualidad está encarcelado en Brooklyn, Nueva York, sin fianza acusado de dirigir al menos desde 2008 una empresa criminal que cometía, según la Fiscalía, delitos federales como tráfico sexual, violación, conspiración de crimen organizado, trabajos forzados, soborno, secuestro, incendio provocado y obstrucción a la justicia. El acusado se ha declarado inocente. Dos jueces le han denegado hasta la fecha la libertad bajo fianza. Unos días antes de su arresto, otra juez le condenó al pago de 100 millones de dólares por no presentarse al juicio por agresión sexual al presidiario Derrick Lee Cardello-Smith.
A esta condena se ha unido una macrodemanda de otras 120 personas de 25 estados diferentes donde se acusa al rapero de violaciones y abusos sexuales. Las víctimas están representadas por los bufetes Buzbee y AVA Law Group. De esos 120 casos, 25 eran menores de edad. Hay un niño que tenía 9 años cuando Diddy, también conocido como Puff Daddy, le violó presuntamente en su estudio, y otro menor de 15 años que también sufrió abusos.
“El mayor secreto de la industria de la música, que no era ningún secreto, ha sido desvelado al mundo. Se ha roto el muro de silencio y las víctimas están dando un paso adelante”, ha señalado el abogado Tony Buzbee. El letrado ha confirmado también que otras 3.285 personas se han puesto en contacto con ellos porque afirman haber sido presas fáciles de Sean Combs. “Llegará el día en que daremos más nombres que el de Combs. Hay muchos nombres, la lista ya es larga, (…) los nombres les impactarán”, ha revelado Buzbee. De ello, se deduce que hay más nombres conocidos en la trama.
Hay que trasladarse a noviembre de 2023 cuando se originó la primera demanda contra Diddy. Fue su ex novia, Cassie Ventura, quien le acusó de abusos, violaciones, amenazas y palizas, pero retiró la demanda 24 horas después tras llegar a un acuerdo extrajudicial. Sin embargo, este hecho sirvió para que otras víctimas dieran un paso al frente para contar su historia. ¿El resultado? 11 demandas por abuso, violación y palizas. A lo largo de este último año se ha ido conociendo la identidad de algunas de las víctimas. En diciembre del año pasado una mujer le acusó de haberla violado en grupo siendo menor y a finales de septiembre de este año Thalia Graves, otra presunta víctima, presentó otra demanda por violación.
Los pilares de la música están zozobrando. Ante lo que se avecina, algunas grandes figuras corren el peligro de que su reputación quede manchada. Por ejemplo, Pink ha borrado de su cuenta en X cualquier tipo de información relacionada con Sean Combs, Beyoncé está sufriendo la cancelación porque hasta el momento ha perdido más de cinco millones de seguidores en Instagram por su amistad con el cantante y Justin Bieber podría ser otra de sus víctimas porque en redes sociales se ha descubierto un vídeo en el que el rapero afirma haber estado de juerga durante dos días seguidos con él cuando tenía 15 años.
Para llevar a cabo sus crímenes Diddy, sus colaboradores más cercanos y algunos familiares echaban diversas sustancias en bebidas para aniquilar la voluntad de las víctimas. Les atiborraban a fármacos e incluso se ha descubierto en los análisis de sangre tranquilizantes para caballos. Sus White Parties y los Freak Offs celebrados en sus mansiones, avión privado y hoteles de lujo forman parte de un terrorífico escenario.
Con una fortuna de 1.000 millones de dólares, se enfrenta a 15 años de prisión e, incluso, a la cadena perpetua. Para que esto no ocurra ha incorporado a su defensa a dos de los mejores abogados de Estados Unidos, Alexandra Shapiro y Anthony Ricco.
